Ese sutil envenenamiento diario
Miles de veces he escuchado frases como estas:
"qué difícil es trabajar entre minas...
En cambio los tipos, si tienen un problema lo solucionan a los golpes y listo... después todo se arreglan!!!" Y es verdad, después de la golpiza sanadora podés verlos a los otrora enemigos acérrimos convertidos en compinches de parranda abrazados y tomándose unas cervezas cuando no unos vinos!!!
Esta conducta de fácil amiguismo masculino es plenamente imposible sostener dentro del coto femenino. Las mujeres solemos ser un tanto más complicadas. Nos hemos formado para estar permanentemente en los detalles de T O D O lo que nos rodea como si realmente nuestra vida dependiera de ello. Esta capacidad innata, extremadamente útil para organizar la vida familiar, suele degenerarse y convertirse en un tortuoso calvario que llamaremos "el veneno interno" y que de acuerdo a la situación y nuestras costumbres toma distintas formas como la envidia, la violencia verbal o física y la obsesión. Todas en pleno ejercicio de nuestra naturaleza de viuda negra nos hemos sentido bajo los efectos del veneno interno más de una vez en la vida y también es muy probable que hayamos sentido en carne propia a sus consecuencias: la culpa, la baja autoestima y el miedo.
Ahora bien, me pregunto: Si las mujeres somos viudas negras por naturaleza, qué podemos hacer para sobrevivirlo?
De algo estoy segura: contener el veneno o no quererlo ver es malo, literalmente nos intoxica. Por lo tanto hay que dejarlo salir, asumir nuestra maldad sin culpas y convertirla en algo positivo, sin hacernos daño ni herir a otros.
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