Cuentos de viuda negra I
Nunca Boleros
Trataremos de contar una historia largamente esperada.
Ella, esa noche en que realmente se sentía fantástica, habría de enfrentar a todas aquellas proposiciones honestas o no tanto.
Podría haber acabado con el mundo entero si se lo hubiese propuesto.
Estrenó su nueva blusita, perfumose, depilose y hasta untose con el aromático gel que prometía suavidad eterna.
Ingresó al boliche con el pie derecho como se lo habían aconsejado. Se tomó unos festejos.
En medio de danzas de fin de siglo dejose llevar por los ritmos urbanos, hasta que una mano emergiendo del tumulto que la rodeaba rozó su hombro.
- Sí, vos sí.
Bailaron un rato, tomaron algo, charlaron.
...No me está preguntando de qué signo soy...
Él quiso averiguar cómo volver a encontrarla. Ella, dejó que averigüe.
Él intentó sorprenderla. Ella, dejó sorprenderse.
Las noches siguientes los encontraron en medio de charlas telefónicas, comidas picantes, intercambio de libros y sudores, mas no de secretos.
Los secretos que clamaban sordamente por su existencia comenzaron a despertarla por la noche.
Los secretos que dormitaban bajo atentos modales típicamente masculinos, comenzaron a despertar.
Los secretos se hicieron voces.
Una tarde, frente a frente, luego de alguna conversación estéril, esos mismos secretos se encontraron.
-Vos me gustás, pero...
Él continuó hablando, o tal vez entonando las estrofas de su bolero preferido. Intentó acompañarla, pero fue muy tarde, en medio de tantas palabras no se había persuadido de que la dama ya se había retirado.
Ella sigue transitando las calles recitando poemas, recordando sensaciones, tratando de que alguien escuche lo que nunca dijo y entonando canciones; pero no boleros.
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